Muchos lugares, un mismo escenario
|| Defensa de Shakespeare y ataque 11

En La improbable verosimilitud de Shakespeare me referí a la regla de las tres unidades (lugar, tiempo y acción) que se atribuyó a Aristóteles por los preceptistas del Renacimiento y que adoptaron los clasicistas franceses. Allí recordé que Shakespeare se saltaba la unidad de lugar y trasladaba la acción de sus dramas de un lugar a otro, sin importarle la supuesta inverosimilitud de que en un mismo escenario de un teatro se representasen lugares diferentes.
En cuanto a la llamada “unidad de tiempo”, es decir que la obra trascurra en un tiempo delimitado, algo así como el trascurso de un día, dice Samuel Johnson en su Prefacio a Shakespeare:
“Una obra dramática afecta al espíritu tanto como una obra representada. Así pues, se entiende que la acción no es real y, por tanto, se puede admitir que entre los actos transcurre un espacio mayor o menor de tiempo, y que el espectador de la obra no va a tener más en cuenta la duración o el espacio que el lector del relato, ante el cual pueden transcurrir en una hora tanto la vida de un héroe como las revoluciones de un imperio”.
Es decir, que en una hora de representación, es decir durante la hora que el espectador pasa sentado viendo la obra, transcurran en el escenario meses y años, como sucede en Macbeth o en El mercader de Venecia, resulta tan inverosímil como lo que pedían los preceptistas y los clasicistas: que en una hora de representación un príncipe se corone rey, que libre una batalla y que sea destronado, que es lo que sucede en muchas obras que obedecían esa exigencia de verosimilitud de tiempo.

En el teatro griego, al espectador le correspondía la tarea de poner imágenes a los flashbacks Compartir en X
Es cierto que hay obras en las que el tiempo de la representación y el dramático coinciden con precisión y de manera realista, como en el Edipo rey de Sófocles, en el que el espectador es informado de acontecimientos separados por años, pero sólo gracias al testimonio de diversos personajes que lo cuentan, como si se tratara de un flashback que el espectador debe imaginar por sí mismo. Porque en el teatro griego, al espectador le correspondía la tarea de poner imagen a los flashbacks. O al menos podemos suponer que así es como sucedía en los teatros griegos, pues no tengo noticia, o al menos no me viene a la memoria que en la escena griega se representara de algún modo lo que el testigo o el mensajero iba recordando, aunque resulta difícil creer que no se le hubiera ocurrido ese recurso a algún griego imaginativo. Es decir, mostrar el flashback (recuerdo o analepsis) o el flashforward (anticipación del futuro o prolepsis) en escena. Es una investigación interesante que, de no haberla hecho ya algún erudito, valdría la pena hacer.

Continuará…
Defensa de Shakespeare y ataque
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WILLIAM SHAKESPEARE

