El estoicismo de Epicteto es como un bolero de Agustín Lara
Este es el comienzo de la divertida presentación de Manual estoico de vida en la librería Alberti de Madrid, con Miguel Herrero de Jáuregui y Juanjo de la Iglesia.
TRANSCRIPCIÓN
MIGUEL HERRERO: Muchísimas gracias. La verdad que para mí es un honor. Cuando vi a Juanjo de la Iglesia en la invitación, recordé cuando hace años me carcajeaba junto con mis padres viendo la tele en ese momento de la “Ética periodística”. Y si me hubieran dicho que iba a estar en la misma presentación entonces, bueno, no me lo hubiera querido. ¡Qué bien! Eso para empezar.
Y segundo, Daniel. Yo le he conocido hace quince días y la verdad que me ha pasado con él lo mismo que con el libro. Que de una desconfianza inicial, estoy entusiasmado con él y con su libro. Es decir, cuando le conocí resultó que escribíamos un artículo cada uno en la misma revista y el suyo era mucho mejor que el mío. Eso me llenaba de resquemor, de envidia, de vamos a buscar aquí…
JUANJO DE LA IGLESIA: ¡Vamos a buscarle pegas!
MIGUEL: Pero luego resultó que era un tipo muy simpático y que le había gustado mucho mi artículo. Y entonces ya pues la vanidad del filólogo se había aquietado. Y con el libro, pues cuando me vi el título, Manual estoico, pensé, esto es un libro de autoayuda, porque, como dice Daniel en el libro, está de moda el estoicismo, ahora Elon Musk y todos esos cripto triunfadores en youtube y los medios están entusiasmados con el estoicismo, sin realmente haber leído mucho texto estoico y hay mucho libro en las librerías malas, no en esta, pero en fin, si va uno a cualquiera de esas que solo quieren vender así “buenos títulos”, pues encuentra: “Pon un estoico en tu vida”, “Estoicízate!”. Pero este libro no tiene nada que ver con eso. Entonces, de la desconfianza inicial de que fuera un libro de autoayuda, pues es justo lo contrario.
Es un libro que parte del texto de Epicteto, transmitido por su discípulo Flavio Arriano, y parte de una traducción absolutamente rigurosa. Llevado de mi afán de encontrar pegas a las cosas, he ido al texto griego y la traducción está perfecta.
DANIEL: Y además se lee bien, creo yo.

MIGUEL: Sí, porque Epicteto tenía un griego coloquial y fácil de entender, y el castellano que resulta también lo es…. No quita ni pone a Epicteto. Porque a los textos clásicos, para que nos digan cosas, lo que hay que hacer es respetarlos. No quitarles ni ponerles. Aunque también han llegado así. Tú mismo cuentas que en las versiones medievales, vía manuscrita, las referencias a Sócrates se cambiaron por la de San Pablo y demás, ¿no? Pero es un libro muy respetuoso con el pensamiento de Epicteto.
Y además tiene una maravillosa síntesis de lo que es el estoicismo al final, que yo que no soy especialista en estoicismo me ha venido muy bien para enterarme bien. Panecio, Posidonio, ¿quiénes son estos estoicos de los que siempre oyes hablar ¿pero donde los sitúas? Y además, parte de ese respeto a los clásicos es como hacen los periódicos alemanes de diferenciar, por reacción a la confusión que hubo en su momento, la información de la opinión, que hasta le ponen letra diferente, tipos de letra diferente. Pues aquí se diferencia muy bien lo que es el texto de Epicteto de la opinión de Tubau. Es una relación ambigua, por lo que veo. “Pues esto me parece bien, esto me parece mal”. Y de hecho, el apéndice final se llama Elogio y Crítica. Me parece, ¿algo así?
DANIEL/JUANJO: Elogio y Crítica del estoicismo.
MIGUEL: Con Daniel no sucede esto del filólogo: “Ah, no puedo añadir nada, esto dice Epicteto y ahí me quedo”, sino que tiene una dialéctica con el texto y una vez bien traducido y respetado, hay, ¿cómo diría?, una conversación con Epicteto.
Y esta es la otra parte que me gustaría destacar, porque yo aquí he disfrutado de lo de Epicteto, de hecho tengo algunas páginas marcadas. Algunos fragmentos de Epicteto que me han parecido, pues, oye, bien dichos. Y otros de Tubau, que también me han “encantao”. Perdonad la rima fácil.
Hay que decir que no es el primer español que traduce a Epicteto, el primero, es una línea venerable, fue Francisco de Quevedo, que de nuestros humanistas de la buena época, de los Siglos de Oro, el que sabía realmente griego era Quevedo. Sepúlveda también, pero en fin, hay muchos que saben latín y demás, pero griego, creo, Sepúlveda y Quevedo. Y Quevedo tradujo aquello que consideraba más conforme a su filosofía cristiano estoica, y a Focílides y a Epicteto, y alguna cosa más. Pero el Manual está traducido por él en un castellano de su época.
DANIEL: Y en verso.
MIGUEL: Ah, y en verso.
DANIEL: Está traducido en verso, y muy bien y respeta la idea, consigue respetar la idea a pesar de que está todo el rato con la rima.
MIGUEL: En esa línea pues que empieza con Quevedo, el último eres tú. Por ejemplo, una cosa que me ha encantado es ese tango, no ese bolero, ese bolero…
DANIEL: De Agustín Lara.
MIGUEL: Agustín Lara, claro. Lo pone como ejemplo, bueno, pues, de ese determinismo estoico que cree que todo está ya decidido. Y ahí se plantea la duda que planea a lo largo de todo el libro y de todo interprete de Epicteto: ¿ y cómo se conjuga eso con otro gran postulado de Epicteto que es el libre albedrío? Si todo está determinado, ¿cómo es posible que tu voluntad sea libre?
DANIEL: Ahora que lo dices, el bolero, es este bolero que dice: “Aunque no quieras tú, ni quiera yo, lo quiere Dios: hasta la eternidad te seguirá mi amar”. Pues este bolero originalmente era: “Aunque no quieras tú ni quiera yo ni quiera Dios“. Y la censura le obligó a cambiarlo y decir “lo quiere Dios”. Lo tuvo que cambiar. Pero fíjate que Epicteto en un momento dado dice que él hasta se opondría a Dios o a la Razón lógica, si tiene que seguir su propia voluntad…. También él era un poco como Agustin Lara…
MIGUEL: Es un voluntarista sí.
DANIEL: Sí, sí, voluntarista. Su voluntad está por encima de todo.
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