Estoicismo, camino al éxito… y al fracaso

El estoicismo se ha convertido en los últimos años en una fórmula mágica que sirve para todo. Circulan vídeos en las redes en los que sus protagonistas, que son casi sin excepción hombres, recomiendan métodos para convertirte en millonario o billonario, para ser un líder indiscutido, para seducir a las mujeres mediante el viejo truco de mostrar indiferencia o para ser un atleta de élite. Es muy llamativo que todos estos consejos tengan que ver con el triunfo, con el éxito y la fama, porque eso es lo que más despreciaban los estoicos de la antigüedad. Pero supongo que estos aficionados (en los dos sentidos) al estoicismo se han enterado de que uno de los tres estoicos más famosos era emperador, Marco Aurelio, y han deducido apresuradamente que fue emperador gracias a su estoicismo. En realidad Marco Aurelio fue adoptado por Antonino Pío y nombrado su heredero. Marco Aurelio gobernó el Imperio junto a Lucio Vero, que también fue adoptado por Antonino Pío y que, más que estoico, era claramente epicúreo, pues disfrutaba de todo tipo de placeres, aunque sin descuidar sus deberes y demostrando ser un gran dirigente en las campañas militares. Así que si Marco Aurelio fue emperador por ser estoico, entonces también podríamos decir que su hermano Lucio Vero lo fue por ser epicúreo. O que lo fue Julio César, que al parecer también era epicúreo.

En fin, podemos preguntarnos si realmente el estoicismo es capaz responder a tantas inquietudes, solucionar tantos problemas, no sólo los relacionados con el éxito sino también con el fracaso, pues se recurre al estoicismo para resignarse ante cualquier calamidad o situación difícil.

La verdad es que creo que el estoicismo tiene algunas buenas respuestas, pero no puede resolverlo todo y tiene algunos defectos importantes. De lo bueno y de lo malos del estoicismo he escrito ya bastante en el Manual de vida de Epicteto, pero me parece que deberíamos explorar otras filosofías de la antigüedad, como el epicureísmo, el cinismo, el aristotelismo o el escepticismo. De eso tratará un próximo libro que estoy escribiendo ahora.

En definitiva, al estoicismo, como a cualquier otra filosofía, le vendrían bien algunas gotas o incluso una lluvia de escepticismo, la filosofía de sus antiguos rivales: para conocer la filosofía escéptica se puede leer mi Sabios ignorantes y felices, que es la más amplia investigación (al menos que yo conozca) dedicada a los escépticos de Grecia y Roma desde el libro de Victor Brochard publicado en 1887.

Y después de templar el estoicismo en la fragua del escepticismo, habría que seguir investigando otras filosofías, pero de eso hablaré en otro momento.

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