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La nada es nada
En la escena II de El rey Lear, asistimos a un ingenioso diálogo entre Gloster y Edmundo alrededor del concepto de “nada”: GLOSTER: ¿Qué papel es el que leíais? EDMUNDO: No es nada, señor. GLOSTER: ¿No? Entonces, ¿a qué viene ese terrible afán de guardaroslo en el bolsillo? La nada es de tal índole que no necesita esconderse. Veamos y, si no es nada, no precisaré de mis anteojos. Aquí, por cierto, me parece que falla la traducción de Astrana Marín, que resulta difícil de entender en una primera escucha: “La calidad de nada no tiene tal necesidad de ocultarse”. Es muy preferible la frase que cito arriba, a pesar…
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La crítica de Hume a la noción de causa, y la cuántica
Los argumentos de Hume contra la noción de causa son tal vez irrefutables, pero no demasiado convincentes. Lo serían si pudiésemos afirmar precisamente lo contrario de lo que él sostiene. Es decir: “¿Hemos observado alguna vez que en una misma situación se produzcan dos efectos diferentes?” Me dirás: _Por supuesto, lo hemos observado muchas veces. _¿Seguro? ¿Puedes demostrar que era la misma situación en ambos casos? Eso es algo que no siempre resulta imposible demostrar, aunque en ocasiones sería algo tan o más complicado que demostrar la noción de causa. Y sin embargo, no existen casos en los que, más allá de una duda razonable, se pueda afirmar que la…
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El principio de causalidad ontológico frente al psicológico
Hume negó que pudiéramos justificar las relaciones de causalidad. No podemos asegurar de ningún modo que una acción será causa de una reacción. Aplicamos el principio de causalidad por el hábito de ver que a tal suceso sigue otro, pero eso sólo vale para el pasado, no para el futuro. “He aquí una bola de billar inmóvil sobre una mesa y otra bola que se mueve hacia ella con rapidez. Las dos chocan y la bola que en un principio estaba en reposo ahora adquiere movimiento (…) Es evidente que las dos bolas entrarán en contacto antes de que les sea comunicado el movimiento y que no hay intervalo alguno…
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La cortina y los prejuicios
Estaba comentando durante una clase que el término acusmática (que emplea Michel Chion para referirse a un sonido cuyo origen se ignora) procedía de Pitágoras. Pitágoras tenía la costumbre de dar sus lecciones a ciertos discípulos tras una cortina, para que no se distrajeran de lo que decía (o tal vez por otras razones). Por eso, los discípulos acusmáticos eran “los que oyen sin ver”. Escuchaban la demostración, pero no veían las figuras geométricas que trazaba el maestro. Comentaba esto y entonces me acordé de lo que cuenta Gladwell acerca las pruebas que se hacían en Alemania para contratar nuevos intérpretes. Resulta que a un director en particular le parecía…
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¿Existe el movimiento?
«Dios crea cada instante del tiempo y lo aniquila al crear el siguiente, con lo que la continuidad del tiempo y del movimiento sería una pura ilusión».