Ser escéptico con Julien Mell y Julio Romero

En la magnífica librería Áurea, dedicada íntegramente a los clásicos, tuve el inmenso placer de presentar mi libro Sabios ignorantes y felices junto a Julien Mell, filósofo escéptico y antes teólogo, y el librero JUlio Romero. Aquí puedes ver la primera parte.

TRANSCRIPCI

JULIO: Buenas tardes. Bienvenidos a librería Aurea. Gracias a Marcos, que es vecino de aquí, del barrio, que nos propuso que Daniel Tubau estuviese hoy día en la librería. Cuando hablamos, él tenía recientemente publicado este libro, Sabios ignorantes y felices, y aunque luego lo veremos, ya tiene alguno más en el mercado. Y nada, hoy es una charla sobre filosofía, que creo que tiene su interés. Y vamos a charlar un poquito sobre ello. Yo voy a introducirles brevemente, y ya les dejo que charlen. Daniel Tubau es escritor y filósofo, ha trabajado en televisión, actualmente es profesor de escritura

DANIEL: Estoy escribiendo ahora el guión de una película.

JULIO: Es un hombre del Renacimiento. Da clases de guión, es su principal actividad, pero es filósofo y tiene varios títulos de filosofía, como éste, muy interesantes. Y luego conversará con él Julien Mell, que es, ante todo, un filósofo escéptico. Y seguro que entre los dos explican en qué consiste esto del escepticismo. ¿Qué es el escepticismo? Iba a contar una anécdota propia, pero igual la dejamos para después.

DANIEL: No, no, cuéntala.

JULIO: Bueno, la cuento, sí, la cuento. La anécdota que quiero contar es que yo, en mi experiencia personal, siempre he sido una persona que he creído mucho en mí y estaba muy seguro de lo que sabía y de lo que creía, sin ser un dogmático ni mucho menos, pero sí estaba convencido de todo lo que hacía. Que todo lo que hacía era correcto, y en mi trabajo también estaba muy seguro de mí mismo. Pero a los 40 años me di cuenta de que la contradicción puede ser buena un momento dado. Hace poco leí a otro filósofo que se llama José Carlos Ruiz, que tiene algo también sobre escépticos. Y me di cuenta de que la contradicción no es algo malo en un momento dado, sino que es positiva para crecer. El escepticismo, la filosofía escéptica. Creo que preguntarse sobre la verdad, dudar, es fundamental.

“Sabios”… “Ignorantes”, es porque, si algo demuestra el escepticismo, es que la ignorancia tiene un valor muy importante. Y “felices”, ¿por qué? José Carlos Ruiz también ha hablado de esto. ¿Por qué no podríamos llegar a la felicidad con la filosofía? Pensando, reflexionando sobre lo que creemos, lo que pensamos, sobre cómo está hecho el mundo, ¿no? ¿Y por qué no a través de eso llegar a la felicidad? Después, más adelante si no habláis de ello os preguntaré sobre el conflicto entre escépticos y estoicos. Luego, si vemos que se acaban los temas, que no creo. Daniel, ¿cuál es la filosofía de este título?

DANIEL: Bueno, primero lo del título. Esto de “sabios ignorantes”, en principio parece un poco contradictorio. Porque el sabios es el que lo sabe todo, ignorante es el que no sabe nada, o que no lo sabe todo, y las dos cosas juntas es un poco contradictorio en cierta manera. Pero en realidad tiene mucho sentido. El sentido, de hecho, procede de Sócrates. Si pensamos en Sócrates. Sócrates decía: “Sólo sé que no sé nada” ¿Sabéis por qué lo decía? Porque un amigo de Sócrates fue al Oráculo de Delfos y preguntó quién era el hombre más listo que había, y el oráculo dijo: “Tu amigo Sócrates”. Él se lo contó a Sócrates, que dijo: “Yo no puedo ser el más listo, porque yo no sé nada”. Entonces pensó: “Claro, ahora ya sé por qué soy el más sabio. Porque yo sé que no sé nada y los demás creen que sí que saben lo que en realidad no saben”. Por eso era el más sabio. La ignorancia, la sabiduría, es reconocer tu propia ignorancia. Lo de “feliz”, lo contaremos más adelante.

En el libro trato sobre todo de dos escuelas escépticas, hay dos escuelas principales en la antigüedad. La de los escépticos pirrónicos es la primera.

Los escépticos pirrónicos lo son por un personaje que se llamaba Pirrón. Pirrón de Elis fue a la India con Alejandro Magno. Llegó con su maestro Anaxarco, llegó hasta la India y allí conoció a unos filósofos que se llamaban gimnosofistas. Gimnosofistas quiere decir filósofos desnudos, porque estaban desnudos. Gimnasia quiere decir desnudo, porque los griegos hacían la gimnasia desnudos, de ahí viene el asunto. Eran sofistas desnudos, “sabios, desnudos”. Y entonces, conocieron a estos sabios, y hay una teoría, una hipótesis, pero que tampoco tenemos seguridad, de que estos sabios le pudieron enseñar el escepticismo a Pirrón. Es verdad que encontramos en el budismo y en varios sistemas de la India, los lokayatas y los carvakas, que son sistemas escépticos y materialistas.

Sin embargo, no hay ninguna necesidad de que Pirrón aprendiera el escepticismo en la India. Lo podría haber aprendido de su propio maestro Anaxarco, porque Anaxarco era discípulo de otro pensador, que es Demócrito. Demócrito es el creador del atomismo, el gran inspirador de toda la ciencia moderna, cuando fue recuperado por la ciencia. Demócrito era bastante escéptico en cierta manera. Decía aquello de: “En apariencia las cosas son dulces o son saladas, pero en realidad solo hay átomos y vacío”. Todo nos parece que es de una manera, pero… Por ejemplo, si yo meto la mano en un frasco e agua caliente y luego la meto en un frasco de agua fría, me parece que el agua fría está más caliente. Pero si la meto en un frasco de agua fría primero y luego en el de agua fría me parece que está más caliente. Entonces dices, ¿cómo puede ser esto? Es el mismo frasco, con el agua a la misma temperatura, pero no me lo parece. Las apariencias nos engañan.

Hablo de Demócrito en el libro bastante, aunque es fragmentario, no se conserva, lamentablemente, pero debía ser muy interesante esta discusión suya. Se trata de un juicio entre la razón y los sentidos. La razón le dice a los sentidos: “No me puedo fiar de lo que nos decís, porque me engañáis con estas cosas: a mí esto me parece salado, pero después a otro le parece dulce, etc”. Pero los sentidos replican: “Ya, pero si no nos tienes a nosotros no tienes nada”. ¿De dónde sacas tú tus certezas? Pues de lo que los sentidos te decimos. Te engañamos, es cierto, pero también pones a prueba las cosas, gracias a los sentidos”

Y bueno, antes de los gimnosofistas, hay otros filósofos que pueden haber influido en Pirrón. Pero de ahí surge toda la escuela de los Pirrónicos. Estos Pirrónicos, son muy interesantes. Por ejemplo, en Francia, Montaigne y otros pensadores eran Pirrónicos, ellos recuperaron el pirronismo. Y después está el Diccionario histórico crítico de un pensador que se llama Pierre Bayle.

Pierre Bayle tiene un artículo en su Diccionario histórico-crítico. Ese artículo se llama “Pirrón”, y en ese artículo de Pirrón, curiosamente, lo que hacía Bayle, y también los Ilustrados en la Enciclopedia, es que el artículo en sí mismo no dice gran cosa. Cuenta un poco quién es Pirrón y no pasa nada. Pero el escándalo, donde Bayle hace toda la crítica a la Iglesia y al poder, está en las notas. En las notas del Diccionario es donde está el ataque a todo lo establecido. La gente sabía que era en la notas donde estaba todo lo fuerte, allí escondido. Y Pirrón también influye en Montaigne y ese escepticismo pirrónico que influye en todos estos franceses, que lo desarrollan y llega hasta Descartes. Descartes comienza siendo escéptico pero luego se hace dogmático. Es una cosa curiosa también esa contradicción.

Comienzo de la entrada dedicada a Pirrón de Elis en el Diccionario Histórico-Crítico de Pierre Bayle. En la presentación a veces digo la “Enciclopedia” en vez de el “Diccionario”, pero me refiero siempre al Diccionario de Bayle.

Esa es una escuela, la de los pirrónicos, y de esa hablo. Que tiene su evolución, ahí está Sexto Empírico como el personaje más importante de todos estos escépticos pirrónicos.

Pero hay una segunda escuela escéptica, que es un poco paradójica, porque la segunda escuela es la Academia de Platón, son los platónicos. Hoy en día cuando pensamos en Platón, pensamos en toda esta teoría de las ideas, donde hay un mundo de ideas y nosotros sólo vemos el reflejo de todas las Ideas, un reflejo de ese mundo perfecto. Y pensamos en eso como un sistema un poco dogmático: la República de Platón, etc. Y sin embargo, en la Academia de Platón, el sexto director, Arcesilao, introdujo el escepticismo. Y surge toda una escuela escéptica que se llama académica. En la Antigüedad se les llamaba los Académicos. Y decir “académico” era lo mismo que decir escéptico. Era sinónimo. Y así fue durante 100 o 150 años, desde Arcesilao hasta Carnéades, que es un filósofo maravilloso, del que hablo bastante en el libro, y al que adoraba, por ejemplo, Cicerón. Cicerón tenía como su gran dios de la filosofía a Carnéades, que era un pensador impresionante. Lamentablemente, solo tenemos pequeños fragmentos. Esa es la segunda escuela, los académicos por un lado, y los pirrónicos por el otro. En principio, esa era la esencia del libro.

JULIO: Sin embargo, quizá hables de eso más tarde, pero en ese momento histórico también estaban los sofistas, que aunque, como dices tú, tienen mala prensa, y que lo que pretendían eran poner en duda cada pensamiento y cada certeza. Ese germen escéptico que son los sofistas.

DANIEL: Efectivamente. Son uno de los precursores más claros, los sofistas. Eso es lo que tuve en cuenta al escribir el libro. Tenía, por un lado, las dos escuelas escépticas, y más o menos por ahí iba a ir el libro. La intención original, un poco descabellada, que afortunadamente abandoné, era tratar del escepticismo griego indio y chino. Ya tenía 140 páginas sobre la India pero ya empecé a perderme con las cronologías de la India, que es una verdadera locura, quién es antes, quién es después. Así que acabé quitando a los indios y después a los chinos. Y los quité a todos, por fortuna, porque, si no, habría sido una cosa tremenda.

Precisamente lo que tienen de muy interesante los sofistas es que llegaron a Atenas en un momento dado y causaron verdadera sensación. En el libro comparo la sensación que causaron los sofistas en Atenas con la sensación que causó Carnéades en Roma. Fue más o menos lo mismo. Llegaron los sofistas a Atenas y, como bien dices, pusieron en duda todas las cosas. El caso es que me fui dando cuenta de que no me podía limitar a las dos escuelas escépticas y que había muchos más escépticos, los sofistas, claramente Sócrates, incluso la mayoría de los diálogos de Platón terminan de una manera ambigua, no acaban de decir “Esto es así”. Platón, incluso en sus teorías de la República, de las Ideas y todo lo demás, siempre dice “podría ser”, o propone una fábula: “imagínate que hay una caverna…”. Siempre son fábulas, nunca te lo dice de manera absolutamente segura y dogmática.

Entonces me di cuenta de que el escepticismo traspasaba esas dos escuelas, que estaba en muchas más cosas, como los sofistas..

Una de las más importantes aportaciones de los sofistas, no es que lo inventaran ellos, pero sí lo potenciaron mucho es la democracia. Hablo en el libro de Solón, de Clístenes, de Pericles, como creadores de la democracia en Atenas, pero los sofistas reforzaron esa idea, la idea de que no hay una ley universal escrita en el cielo, o que el tirano dice que esto es lo que es la ley, sino que todo es discutible. Una de las ideas más claras que tenemos hoy en día, la democracia consiste precisamente en que no hay una verdad absoluta y que no tenemos la solución definitiva y que habrá que seguir discutiendo siempre.

Hablo mucho también del teatro, de Eurípides, el más escéptico de todos los dramaturgos. Y fueron saliendo muchísimos más escépticos de lo que yo pensaba originalmente porque, como decías antes, yo creo que si eres filósofo tienes que ser escéptico, la esencia misma de la filosofía es dudar.

Después, si empiezas a adoptar dogmas y empiezas a decir que tienes la verdad y tienes la certeza, yo creo que estás dejando de ser filósofo, te estás alejando de ser un verdadero pensador. Filósofo significa el que ama la sabiduría. Si dejas el escepticismo te estás convirtiendo en, no sé cómo se diría, pero filodogmático o algo así, amante del dogma o algo parecido. Así fue evolucionando el libro.

Y los sofistas, que han tenido muy mala prensa, en efecto, fueron pensadores tremendamente interesantes, se los está reivindicando desde hace unas cuantas décadas con mucha fuerza, ¿no? Porque son pensadores muy, muy buenos. Lo que pasa es que la guerra entre Atenas y Esparta fue terrible, además de la peste, murió Pericles, aquello fue un desastre y ya nadie quería saber nada de lo que había pasado ahí, de los sofistas y toda esa gente . Además, Platón les tenía mucha manía a los sofistas, evidentemente, menos a Protágoras, que lo respeta un poco más, pero al que también critica.

El libro se amplió mucho y por eso trata no solo a esas dos escuelas, sino de todo el escepticismo antiguo. Así es el libro. Si queréis podemos empezar a hablar con Julien.

JULIEN: ¿Y ahora que digo yo?

DANIEL: Bueno, os presento a Julien. Os voy a contar cómo nos hemos conocido. En realidad, ha sido este libro precisamente lo que nos ha unido. Le acabo de conocer ahora, hace media hora. No nos conocíamos, ni siquiera habíamos estado en contacto en facebook antes, o algo así.

JULIEN: No, no…

DANIEL: Lo que pasó es que él vio el libro y le llamó la atención esto de sabios ignorantes y felices. Y supongo que luego viste el subtítulo, ¿no? “Lo que los antiguos escépticos nos enseñan”.

JULIEN: Bueno, yo había leído todo sobre el escepticismo en francés, que es mi primera lengua, porque yo soy belga, y entonces había encontrado alguna cosita no muy extensa en español y deseaba tener algún libro en español para poder recomendar a los amigos y para aprender también. Y entonces me encontré en internet el libro: “Sabios, ignorantes y felices”. Y digo, ¿pero quién ha escrito esto? Y entonces cuando vi el subtítulo, dije: “Esto lo tengo que leer”, ¿no?

Cuando lo leí no me lo podía creer, porque realmente es uno de los trabajos… Tengo que decir que, inclusive lo que tengo en francés no llega a ese nivel. La investigación es un acierto enorme del libro, porque no es solamente trata de lo que dicen las dos escuelas, sino que sigue la pista de dónde ha aparecido el escepticismo, y eso me parecía fascinante. Por ejemplo, lo que dices de Platón, que es un dogmático de las Ideas y que le vino muy bien a la teología, que es el mundo por antonomasia del dogma… y de pronto claro llevas razón. En el fondo Platón tampoco acaba de cerrar las cosas de manera dogmática. El libro me dejó asombrado.

Yo normalmente leo tres veces el mismo libro. La primera lectura me entero de que va, en la segunda subrayo, tomo notas, y la tercera es cuando lo reflexiono. Y entonces disfruté muchísimo del libro de Daniel, y se lo decía antes: me sentí acompañado. Porque claro, ser escéptico hoy en día no es tan frecuente. Y me dije: “Pues parece que este muchacho promete”. Y ya empezamos a hablar mucho.

DANIEL: Y yo encontré un lector maravilloso, el mejor lector del libro.

JULIEN: Y luego coincidimos en nuestro amor por Sherlock Holmes, y yo me dije: “Bueno, ya esto es demasiado”, y eso fue lo que me entusiasmó. Poder decirle a mis amigos: “Mira hay un libro sobre filosofía escéptica”. Podemos hablar que hay un uso de la palabra escéptica esto que hablamos antes, que decimos

DANIEL: Toda la filosofía griega ha dado origen a expresiones del hablar común. Estoico: que aguantas todo; epicúreo: que te gusta el placer y que estás aquí disfrutando; cínico: una especie de egoísta, mentiroso, falso; y el escéptico, que no cree en nada y no colabora con nadie. Todo ha derivado en un significado que no tiene mucho que ver con el original. Y el escéptico es ese que no cree en nada, que desconfía de todo. No puedes confiar en ellos. Pero lo que significa la palabra skepsis, es investigar, seguir investigando, seguir buscando. En realidad, no dicen que no busquen la verdad o que no busquen cómo son las cosas, sino que…

JULIO: Incluso hoy en el idioma moderno, skeptomé, significa pensar… Skeptome, pensar, porque si quieres investigar sino solo tienes que pensar.

DANIEL: Pero eso es mejor todavía, lo han mejorado en el paso del tiempo. Pues ese es el significado, ¿no? Y claro, ahora hay una idea del escepticismo un poco negativa. Antes he mencionado un elemento claro que el escepticismo trajo, que es la democracia, el pensamiento de que no hay verdad absoluta en política, en las teorías, y la ciencia. Y hay quienes dicen: “No, el escepticismo no aporta nada, es una cosa crítica pero que no te da nada positivo”. Pues toda la ciencia moderna es escéptica, surge del escepticismo. Surge de la lectura por parte de Francis Bacon, según parece, de las Cuestiones académicas de Cicerón, es decir, del escepticismo académico, de la Academia de Platón. Y por la parte francesa, de Pirrón, de Sexto Empírico, y eso fue una revolución. La lectura de Sexto Empírico cambió la humanidad. En ese momento a partir de entonces se pensó de otra manera.

JULIEN: Actualmente en Francia y ahora mismo en el mundo francófono hay un escritor que se llama Alexandre Lacroix que ha vuelto a poner en boga las obras de Sexto Empírico. Bueno, él se considera discípulo de Sexto Empírico. Entonces, bueno, por ahí yo me fui introduciendo, ¿no? por el tema del escepticismo y me sentí muy emocionado porque, claro, yo estudié primeramente el estoicismo, el epicureísmo, los sofistas, todo eso. Aunque yo tengo una pequeña vacuna, el dogma.

DANIEL: Claro, no hemos dicho que Julien, antes de ser filósofo escéptico fue teólogo.

JULIEN: Ese es el mundo de la teología: el mundo del dogma. Alguna vez me han preguntado: “¿Cómo te convertiste en escéptico? Recuerdo que fue siendo un estudiante de teología, tardé mucho en llegar a mis dudas, pero fue una vez en la que había un teólogo que dio una conferencia impresionante, de verdad que el hombre era increíble. Yo estaba impactado . Y después de todo eso, pues “preguntas y respuestas”. Y yo levanté la mano enseguida, pero de verdad que no había ninguna mala intención de mi parte, ninguna. Yo estaba asombrado y se me ocurrió preguntarle: “¿Todo eso, ¿cómo lo sabe?”

Claro, cuando el hombre empezó a responder, se fue derrumbando. Fue tan impactante que no hubo más preguntas después. Y yo, claro, me dije que esa era la pregunta clave. Y es una pregunta que no he dejado de hacer y no me he dejado de hacer. ¿Yo por qué pienso lo que pienso? ¿Por qué? ¿Cómo lo sé? Y al principio parece algo paralizante, digamos, te lleva a dudar de todo. Los pirrónicos, o las dos escuelas escépticas, empleaban una cosa que se llamaba la isostenia de las ideas contrarias. Es decir, a cualquier argumento le puedes contraponer otro igual de bueno.

O sea, tú puedes defender esta tesis y mañana te defiendo exactamente igual lo contrario. Se equilibran y nivelan. ¿Qué dicen los escépticos? Pues no tomes ninguna decisión: suspendes el juicio y alcanzas la ataraxia, la tranquilidad, la paz…

DANIEL: Y ahí viene lo de” felices”. Cómo puedes ser feliz siendo escéptico. Precisamente, cuando ya no quieres saberlo todo, cuando admites que no hace falta saberlo todo, ¿por qué me voy a obsesionar, con que hay que saberlo todo? Lo aceptas y ahí adquieres precisamente esa paz. Los estoicos lo hacen de otra manera, lo hacen a través de la idea de que existen los sabios, los estoicos piensan que existen sabios, que saben la verdad. Es una cosa que llaman cataléptica, una verdad cataléptica, que, ¡pum!, de pronto tienes la verdad. Y los escépticos dicen que no, que no la puedes encontrar, pero que no pasa nada. Los dos llegan a un pensamiento parecido, la imperturbabilidad y la indiferencia, pero unos a través de una creencia, de un dogma, de que hay un destino del mundo y un orden cósmico. Y los escépticos a través de la duda, no lo sabes, pero no pasa nada.

JULIEN: El escepticismo va muy bien para tanta avalancha de discursos que hay ahora. La epojé, suspendo el juicio, ¿no? Se aplica muy bien a todos estos discursos de muchas seudociencias. La isostenia te lleva a ser riguroso. Y ahí es donde puedes ver que hay temas que no se pueden poner en la misma balanza. El escepticismo te lleva a ser riguroso. Por ejemplo, mi hija que está aquí, es arqueóloga, y todos los días sale algo de eso

DANIEL: Sí, ¿cómo se construyeron las pirámides? Fueron los extraterrestres.

JULIEN: Veo lo que hace mi hija y lo que trabaja, cómo lo hace, y luego escucho a los otros, claro, y es que no llega ni siquiera al equilibrio…

DANIEL: Eso lo digo en un momento dado. Muchas veces no encuentras el equilibrio entre razones contrarias. Arcesilao que practicaba la suspensión del juicio… No os he dicho que Arcesilao, el director de la academia que introdujo el escepticismo, que no se llamaba así entonces, digamos más bien el antidogmatismo, no os he dicho que él decía: “Sólo sé que no sé nada, y ni siquiera estoy seguro de eso”. La verdad es que adoraba a Platón y Sócrates, de hecho no pensaba que fuese un hereje respecto a ellos. Y según parece, Arcesilao dejaba exponer a los dogmáticos sus ideas completamente. No como Sócrates que va haciéndote preguntas y te va tendiendo una trampa y te lleva hasta donde quiere, y al final te machaca ¿no? Arcesilao decía, venga, cuéntame con todo detalle tu opinión y luego yo te diré razones en contra. Y parece que siempre conseguía refutarlos, y a veces se llegaría equilibrio y a veces pues simplemente los otros se quedaban sin saber qué decir . Aunque Arcesilao les dejaba el último turno de palabra, todavía les dejaba intentar responder, pero al parecer siempre admitían que no tenían mucho que añadir y que ya no estaban seguros de sus ideas.

JULIEN: Una cosa por ejemplo que quería resaltar en la figura de Carnéades es que, para no quedarse en ese aspecto de que ya no vamos para ningún lado porque somos escépticos. Pero Carnéades, que es el que investiga, lo que decía es que había que aceptar lo más probable. Es muy diferente de decir: “No, no, es que no se puede saber nada”. Vamos a ver qué es lo que dice la ciencia: lo más probable. Siempre llegando a conclusiones provisionales, revisables, corregibles. Y si hay otra evidencia, pues cambiamos. Mientras que el dogma que es monolítico, no cambia, es sagrado, no cambia, se puede decir de otra manera pero siempre es el mismo dogma. En cambio, Carnéades también hablaba de lo verosímil.

DANIEL: Sí, Arcesilao hablaba de lo verosímil y Carnéades de lo probable. De grados de probabilidad. Lo más probable y lo menos probable, según cómo lo investigas. Tenía toda una teoría sofisticada, que no se conserva completamente, pero hay suficiente como para ver que decía algo así como que una cosa es que tú observes algo; otra cosa es que lo examines en detalle. Es diferente que te lo hayan contado o que tú mismo lo hayas visto, y otra cosa es que, una vez que ya lo has visto, además observes cómo es exactamente. Y otra cosa muy diferente es que lo pongas a prueba. Que es precisamente, más o menos, por donde va la ciencia moderna.

JULIEN: Es interesante lo que decía Julio antes, me ha llegado mucho eso, lo de que skeptome significa pensar, porque en el fondo si hay un dogma ya no hace falta pensar. Ya está, ¿para qué vas a pensar si ya te han dicho lo que es? Es muy interesante que la misma palabra que en principio significaba investigar ahora signifique “pensar”.

JULIO: Cuando leí la raíz, vi que se sigue usando en el griego moderno. Es un verbo reflexivo: “Yo pienso”. No tiene otra pretensión: pensar. Lo que hablábamos antes, que decía yo en mi experiencia, una cosa es cuando tú estás seguro de una cosa, pero si no las piensas, no puedes estar seguro de ellas, pensar sin dogmas. No es el escepticismo como se puede hablar actualmente, porque yo creo que tampoco tiene sentido, pensar en el escéptico que no cree en nada, yo creo que eso tampoco es ser escéptico, es otra cosa diferente

JULIEN: Eso es un incrédulo.

JULIO: Pensar en todo lo que hablamos, también de la educación, cómo se piensa ahora que en la educación tenemos que hacer que los niños se hagan preguntas, que lo importante en el colegio no es repetir lo que tú aprendes, sino reflexionar sobre lo que te enseñan y preguntar. Y hacerte crítico, es algo fundamental que se está perdiendo un poquito. Muchas veces tanto el poder como el poder político, ya sea a través del teléfono móvil que nos hipnotiza y que impide que pensemos para no ser críticos, no ya con el poder sino con todo, con nosotros mismos. No llegar a ningún sitio sino plantearnos todos los días si lo siguiente es lo correcto. La ataraxia o tranquilidad, que también hablas de eso en tu libro… Además, en un momento dado, ojalá, no? No tendremos que trabajar ni tener necesidad cada día de levantarnos. Ojalá pudiésemos estar jubilados eternamente y disfrutar de la vida.

DANIEL: Sí, bueno, yo no me quiero jubilar nunca.

JULIO: Me refiero a que no tiene que ser así, sino que tiene que llegar a eso.

JULIEN: Una cosa que me gustaría reseñar del escepticismo es que acepta que vivimos sin un guión previo. No tenemos un texto sagrado, un texto filosófico infalible, como puede ser el estoicismo. Aceptar por ejemplo que vivimos a la intemperie, y no tenemos un guión. Y entonces vamos descubriendo cierta pericia, un arte de vivir. Y no tenemos un guión. Guión, ¿cuál es el guión? Un texto sagrado o lo que ha dicho el último libro de autoayuda o una filosofía dogmática. Lo que muestra el escepticismo es que todo discurso totalizante termina siendo totalitario. Porque hay que defenderlo, porque ya se observa la realidad a través de ese filtro y ya no ves la realidad, ves la idea que tienes sobre la realidad antes que la propia realidad. Pero hay que aceptar que no tenemos respuestas para todo, no la tenemos.

DANIEL: O nos quedamos con respuestas provisionales.

JULIEN: Provisionales, sí.

DANIEL: Eso es algo que yo creo que sí tiene una parte práctica.

JULIEN: Sí, sí, yo creo que es muy práctico, ¿no?

DANIEL: Porque eso es lo que se dice, que los escépticos no te proponen nada.

JULIEN: Pero hay muchas cosas positivas y los escépticos te proponen tomar decisiones constantemente, no decir ya está escrito el guión y tengo que seguirlo, sino yo te voy a tener que ir decidiendo en el momento de mi vida lo que hago en el siguiente momento. Pero eso va a ser de parte del propio esfuerzo. Hay que investigar, hay que pensar.

DANIEL: A veces se habla del escepticismo como si hubiera que pensar demasiado, como que en cada cosa dudas de todo, que si tiene que dudar de todo. Esa era una de las grandes disputas que había entre los estoicos y los escépticos, que eran enemigos mortales en la antigüedad. Y una de las grandes polémicas era que los estoicos decían que el sabio sabe la verdad, y como conoce la verdad puede actuar, y ellos decían que si no se conoce la verdad no puedes actuar. Entonces los escépticos responden que no hace falta saber la verdad para poder actuar. Los escépticos eran más dinámicos, no se quedaban paralizados. Decían: “No, no se puede saber la verdad, pero sí se puede actuar”. Arcesilao decía que los animales muchas veces reaccionan y no necesitan pensar demasiado sobre eso. Es una reacción a los estímulos, y a lo mejor se equivocan en esa reacción, pero no hace falta que entiendas por qué haces algo siempre ¿no?

JULIEN: Exacto. No quiere decir que no vuelvas a reflexionar sobre ello, pero en el momento puedes actuar de una manera más instintiva. Hay una frase, me estaba acordando de una frase de Voltaire, en el último libro que escribe, El filósofo ignorante. Cuando se preguntaba a sí mismo si era un sabio, él decía que no, porque “el sabio es el que sabe y yo no sé, yo soy filósofo; el filósofo es el que pregunta, es el que cuestiona, pero yo no soy sabio”. Porque muchas preguntas no se contestan, pero no por ello paro de preguntar. Muchas de las cosas que nos ayudan a lo mejor después dudamos, dudamos de la veracidad de algo. Pero el escepticismo nos ayuda mucho a ver lo falso. Lo primero de lo que nos damos cuenta es de todo lo que no encaja.

DANIEL: Por ejemplo en la ciencia moderna una de las teorías más extendidas es el falsacionismo de Popper. No puedo demostrar de manera definitiva que algo es verdad, pero sí puedo demostrar que una teoría determinada, tal como se ha planteado y con el experimento que propone, puedo demostrar que eso no funciona. Y en consecuencia, o cambias la teoría o la amplías, o cambias el experimento, pero tal como está no funciona.

JULIEN: Tiene que haber una cierta prudencia también a la hora de afirmar las cosas. Hay que adoptar una cierta tolerancia. Ahora hay muchos discursos que afirman cómo son las cosas, cómo tienes que vivir, de una forma infalible, y bueno yo he conocido personas que prueban estas cosas y que no les funciona.

DANIEL: Sí, es una paradoja, ¿no? Esas personas que parecen tener una manera de comportarse en la vida y que creen que va muy bien, pero luego, a medida que las vas conociendo, ves que no, que están siempre cambiando de fórmula mágica, ¿no? Y que su fórmula mágica no les ha funcionado. ¿Qué pasa, ya no sigues aquello? Bueno, no era tan buena aquella fórmula mágica, porque ahora ya tienes otra. Eso pasa mucho en las pseudociencias y en terapias, que quienes las usan van cambiando de una a otra todo el rato o que no admiten que no les funcionan. Tienen la revelación de que es la solución definitiva y luego resulta que un año después siguen igual de perdidos. Lo mejor es reconocer que estás perdido, y que no pasa nada.

Leave a Reply